El objetivo del ser humano parece ser la felicidad. A menudo los
autores confunden felicidad con conformismo, con autosuficiencia, con
desinterés, con bondad o con otras categorías morales. En otras ocasiones, los
sabios consideran la felicidad como un objeto exterior, como objetos que se
poseen. En otros casos, se recurre al conocimiento negativo: la felicidad es la
ausencia de desgracias.
Para un enamorado, la felicidad consiste en una mirada de su
amante. Para un médico, la ausencia de enfermedades. Para un poeta, el verso
feliz. Para el guerrero, la victoria. Para el niño, la felicidad representa el
chocolate. En fin, cada cual, en sus circunstancias, se estima como feliz de
acuerdo con sus deseos o su estado. Por tanto, nada hay tan susceptible de
comentarse e indagarse como la felicidad.