Hubo un tiempo en que yo rechazaba a mi prójimo si su religión no era la mía.
Agora, mi corazón se ha convertido en el receptáculo de todas las formas:
es pradera de las gacelas y claustro de monjes cristianos, templo de ídolos y Kaaba de peregrinos, Tablas de la Ley y pliegos del Corán.
Porque profeso la religión del Amor y voy doquiera... que vaya su cabalgadura.
Pues el Amor es mi credo y mi fe.
Ibn'Arabi, poeta cordobés (1165-1240)
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